lunes, febrero 26, 2007

La Comunicación, ciencia sin reconocimiento pero criticada

Vía Ayudante, de Paco Barranco, podemos leer "Todos opinan de Comunicación".
Se habla de la situación actual en la que vive la comunicación como profesión en España. Una profesión para la que cualquier persona vale para ejercerla y a la que también cualquiera puede criticar, aunque no se tenga conocimiento fundamentado alguno sobre ella.
Muchos de nosotros creo que nos podemos sentir completamente identificados con esta situación.
¿Cuántas veces nos han dicho que cualquiera puede dedicarse a la comunicación?
¿Cuántas veces han criticado nuestro trabajo bien hecho sin ningún tipo de argumento más que la simple opinión personal ignorante?
La comunicación aquí no está valorada ni tiene el prestigio que se merece. Vive subyugada a otras ciencias y a otras profesiones sin lograr el puesto directivo que desempeña en otros países.

A continuación se puede leer el texto completo de Paco Barranco:
De comunicación, "todo el mundo sabe"; pero lo que si es seguro es que, "de comunicación todo el mundo opina". En el mundo de las empresas y las instituciones, siempre hay alguien dispuesto a recomendar "qué decir", "a quién decírselo", "cómo y cuando decirlo", "dónde transmitirlo”. Da igual la experiencia que se tenga, el puesto que se ocupe, las circunstancias que concurran: nada de eso importa.

Se dice, con cierta sorna y pesar, que "desde que la gente sabe leer y escribir, todo el mundo opina de comunicación". En cambio, nadie se atreve a recomendar la manera de financiar una adquisición, cómo manejar los flujos de caja, la fórmula para generar valor con el menor riesgo, de cómo y cuándo, por ejemplo, presentar un escrito de apelación... de finanzas opinan los economistas; de derecho los juristas; de Comunicación, todos.

Al parecer, los profesionales de la Comunicación estamos cediendo terreno y se incrementan, día a día, los competidores aficionados (pero "tienen mando en plaza", o "tienen influencia en su ámbito", o directamente son de esos que por tener determinado cargo y, en el mejor de los casos, haber participado en un seminario de un par de días, creen -lo triste es que de verdad se lo creen- que ya saben de Comunicación).

Nos convertimos muchas veces en los últimos de la fila, en el último eslabón de la cadena, en los bomberos a quienes llaman sólo cuando el fuego ha desvastado el edificio; y ya en el colmo, incluso en los "culpables" del incendio a pesar de que ni se nos haya consultado, ni se haya hecho caso de nuestras opiniones previas. Seguro que más de una vez habéis tenido ocasión de escuchar eso tan "popular" de "vamos bien, lo único que tenemos es un problema de comunicación".

Hace unos días, una compañera de profesión me relataba la siguiente escena: le tocaba presentar un proyecto de revista interna al comité de dirección de la entidad financiera para la que trabaja. Acabó desmoralizada. El responsable de recursos humanos del banco quería imponer el enfoque de la información laboral; el de comercio exterior insistía en definir los contenidos de cada área de negocio; y el director comercial reservó tres páginas para informar (ampliamente, dijo) de sus productos y servicios. Tan sólo uno de los directores entendió que el objetivo de la publicación era afianzar el espíritu de pertenencia, transmitir valores a la organización, explicar el posicionamiento y estrategia empresarial, conseguir respuestas y proponer soluciones a las inquietudes de los empleados; mejorar, en definitiva, el clima laboral.

La Comunicación no es una ciencia, pero sí una técnica que precisa de recursos y sistemas para ser eficaz; es un instrumento estratégico al servicio de los objetivos de la empresa; es un menú de actividades que definen el marco general en que ha de desenvolverse la política informativa, interna y externa; es algo dinámico y suficientemente flexible, capaz de adaptar prioridades y objetivos.

La Comunicación de empresas e instituciones necesita alimentarse de manera sistemática (permanente, constante y directa) de las orientaciones de la alta dirección para reaccionar con acierto y rapidez a los cambios que se produzcan en la organización y su entorno, pero ha de ser diseñada, dirigida y desarrollada por profesionales.

La Comunicación es un conjunto muy amplio de acciones y actividades que, por sí mismas o de manera complementaria, sirven para responder con eficacia ante las demandas de públicos tan heterogéneos como periodistas, inversores, accionistas, analistas, autoridades, vecinos, proveedores o empleados.

La Comunicación debe, asimismo, atender con solvencia cuestiones vinculadas con la imagen, la identidad corporativa, las relaciones públicas e institucionales, el patrocinio, las relaciones internas, la responsabilidad y reputación corporativas, la publicidad, el protocolo, los eventos, ...

Pero la Comunicación supone también entrega, coherencia, ilusión, formación, experiencia, técnica, conocimiento, ... Y todo eso no es tan sencillo. Opinable, tal vez sí. Pero sencillo no (y no se aprende en un rato, ni en dos días, ni por un nombramiento en la "tómbola" de las reorganizaciones internas).

Basado en un artículo de Santiago Castaño (consultor senior. Estudio de Comunicación) publicado en el digital PRnoticias


No obstante disiento con la frase que dice que la comunicación es una técnica.
No, la comunicación es una Ciencia, una Ciencia Social.
La comunicación es una Ciencia que tiene numerosas técnicas que aplicar.

Como bien explica Piñuel, (2006: 19) "Una cosa es «saber comunicarse» y otra «saber de comunicación». De la misma manera, una cosa es hablar una lengua o saber algún idioma y otra saber qué reglas lingüísticas caracterizan y diferencian a las lenguas; una cosa es no dejarse engañar fácilmente ante razonamientos abusivos y otra saber filosofía, o lógica de la expresión formal; una cosa es estar sano, tener salud física o mental, y otra saber medicina, biología o psicología; una cosa es sacarle provecho a Internet para hacer un trabajo, o divertirse chateando, y otra saber la física o la lógica de los Protocolos TCP/IP que hacen funcionar Internet; etcétera.

En definitiva, hay un saber práctico que puede ser más o menos seguro para evitarse riesgos o fracasos cuando actuamos y existe un «saber sobre nuestro saber» (sería un saber reflexivo) que sirve para conocer las causas del éxito o del fracaso del saber aplicado cuando actuamos. El saber reflexivo ha mostrado dos vías fundamentales en la cultura humana. Una vía se funda en las creencias y en la autoridad atribuida a ellas sostenida por relatos míticos (las denominadas cosmogonías siempre presentes en todas las culturas); la otra vía, aparecida en la cultura occidental cinco siglos antes de nuestra era, es la que confía al razonamiento la consistencia de los saberes aplicados. Ésta es la que dio lugar al saber «científico»."


Y mientras nos empeñemos en que la comunicación sea una simple técnica, seguirá siendo lo que es hoy: una Ciencia desprestigiada no sólo entre la población en general, sino incluso entre los propios licenciados en comunicación.
Porque la comunicación es una Ciencia, aunque muchos no lo vean, que en España se clasifica en tres especialidades dictadas por el Ministerio: Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas, y Comunicación Audiovisual. Las tres carreras, las tres, forman parte de las Ciencias de la Comunicación. Y todos aquellos licenciados en esas titulaciones son licenciados en Ciencias de la Comunicación por lo que todos podrán desempeñar profesionalmente cualquier trabajo de comunicación. Todos y no sólo los de una rama, como pretende desde hace muchos años esa rama egoísta y narcisista.

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